viernes, 10 de octubre de 2008

En realidad, el Plan Diagnóstico no ha tenido la misma acogida en toda la comunidad universitaria. Algunos sectores lo apoyan y también la desagregación de la UNELLEZ en cuatro universidades; otros, por el contrario, se oponen a ambas cosas.

Además de ejecutar exitosamente el Diagnóstico, el reto de las actuales autoridades es detener el grave deterioro de nuestra Casa de Estudios, para iniciar la quinta etapa de la historia de la UNELLEZ, que sería el relanzamiento de la Universidad. Este relanzamiento es imprescindible si permanece unida. En el seno de la comunidad unellista existe unanimidad sobre este asunto; es decir, que la UNELLEZ no puede seguir como está.

La UNELLEZ ha sido una organización concentradora y centralista. En el Rector y el Consejo Directivo se han concentrado la casi totalidad del poder. Y ha sido así, porque el Reglamento de la Universidad se lo ha otorgado. Ese exceso de concentración ha hecho que las decisiones sean lentas; y en la medida que la institución ha ido creciendo, la lentitud se ha acentuando hasta llegar al límite de la ineficiencia y de lo inadmisible.

Simultáneamente, en nuestra Casa de Estudios hay un centralismo extremo, vinculado a la concentración. El centralismo está presente en los organismos que tienen su sede en Barinas y que dependen del Rectorado. Se nota de manera particular en la administración y el presupuesto, en los recursos humanos, en la planificación curricular y en el desarrollo espacial; pero también está presente de manera evidente en el área cultural y deportiva, en los servicios médicos y educativos, y en las áreas académicas.

En ese sentido, en la universidad, la torta presupuestaria se reparte de manera nada equitativa. Año tras año en Barinas se queda un pedazo enorme, mientras que a los demás Vice Rectorados nos mandaban las migajas. El resultado está a la vista: la UNELLEZ de Barinas ha crecido mucho y con rapidez, a costa de los otros Vice Rectorados, que hemos estado marginados, en particular Apure y Cojedes.

Hay otros elementos que podría analizar sobre los problemas que afronta la UNELLEZ, pero estaría abusando de su paciencia, si me detuviera en ellos en este momento.

Lo cierto es que en la actualidad la UNELLEZ, a pesar de tener tan sólo 33 años luce vieja, pesada, rezagada y desgastada, con múltiples problemas sin solución o con soluciones lentas, incompletas o inadecuadas, y con poca capacidad de reacción y de cambio. Es por ello, que si quiere permanecer unida, como una sola Universidad, ha de relanzarse; y para ello ha de ser revisada y corregida a fondo su estructura organizativa y funcional.

Sin embargo, hay quienes piensan que es preferible dividirla en cuatro universidades, una por estado, para que cada una haga lo que ella ya no está en capacidad de hacer. Los resultados del Plan Diagnóstico al que me he referido, señalarán la vía a seguir.

No obstante, ya sea como la Universidad de Cojedes que surja de la división de la UNELLEZ, o como Vice Rectorado de ésta, lo cierto es que no podemos quedarnos de brazos cruzados.

Estoy convencido de que nuestro Vice Rectorado es el que más ha aportado a la transformación de los Llanos Occidentales; y uno de los que menos ha recibido de los otros Vice Rectorados.

El Estado Barinas ha cambiado mucho en relación a su situación en el año 1975. Igualmente ha ocurrido con Portuguesa, y en menor grado con el Estado Apure. No obstante, Cojedes pareciera que sigue esperando.

Hemos egresado muchos profesionales en el área agrícola y agroindustrial, pero esto se ha notado poco en la agricultura y en la agroindustria de nuestro Estado. En este sentido, no hemos avanzado mucho en relación a cómo estábamos en 1975.

Creo, sinceramente, que no estamos mucho mejor que cuando llegó la UNELLEZ a San Carlos. Sería interesante realizar un estudio comparativo para ver dónde estábamos entonces y en qué lugar nos encontramos ahora; y también qué ha aportado nuestra Universidad al desarrollo rural y urbano de Cojedes, y qué han hecho en ese sentido nuestros egresados.

Nuestros ingenieros están trabajando y contribuyendo a la prosperidad en Portuguesa, Carabobo, Aragua, Barinas, Lara y en muchos otros estados, mientras que Cojedes sigue esperando.

Muchos cojedeños habían puesto los ojos en las zonas industriales de Tinaquillo y de San Carlos. Para ellos eran una esperanza, que les permitiría trabajar en la tierra que los vió nacer. Hoy siguen siendo una esperanza. Pero para muchos es una esperanza lejana, porque tuvieron que irse lejos a buscar trabajo, porque en Cojedes no había lugar para ellos.

La UNELLEZ pudo haber formado ingenieros en el área metal mecánica, de la química y del mantenimiento industrial, y así se contemplaba en el Convenio que suscribió con la Alcaldía del Municipio Falcón, para iniciar actividades en Tinaquillo. Sin embargo, fue más fácil y oportunista, abrir carreras de educación y de las ciencias sociales. No es que éstas no fueran importantes, si no que nuestra Casa de Estudios tenía que haber empezado por lo que se le había encomendado en primer término; y luego, dar cabida a otras carreras.

Podríamos hablar con los ciudadanos de Cojedes para que nos dieran su impresión sobre la presencia de la UNELLEZ en las zonas urbanas y rurales del Estado. Pero más que hablar con la gente, tendríamos que observar cómo viven los habitantes de nuestras ciudades y nuestros campesinos. Tendríamos que mirar si éstos están sembrando; y en caso afirmativo qué siembran, cómo lo hacen, cuánto producen, en qué condiciones lo hacen y a quiénes lo venden; tendríamos que ver cómo son las carreteras o vías de acceso; si les llega agua o cuántas horas al día les llega y cuál es su calidad; y también, con qué frecuencia se interrumpe la energía eléctrica en los sectores donde viven.

Del mismo modo, podríamos dar un vistazo a la naturaleza de Cojedes para ver cómo está, y compararla con la situación en que se encontraba hace 33 años. Podríamos preguntar a las sabanas si están mejor que cuando llegó la UNELLEZ; si todavía se queman en los meses de verano; si producen más y mejor pasto, o si están esperando que de verdad las pongan a trabajar y a producir.

También podríamos interrogar a los árboles. Aunque a muchos no les podríamos preguntar nada, simplemente porque ya no están; porque la avidez inclemente de los comerciantes de la madera y la inescrupulosa complicidad de algunos funcionarios y de la Guardia Nacional Bolivariana los ha acabado para siempre.

Y los ríos, ¿qué dirían nuestros ríos? Con mucha vergüenza callarían, porque les daría pena hablar, al contemplar impotentes que sus aguas se pierden, que siguen causando daño, o que las desvían hacia otros estados, mientras muchos cojedeños sufren y pasan trabajo, porque no tienen agua para beber.

Y los pajaritos ¿qué responderían? Tal vez nada, porque preferirían callarse. La disminución de la vegetación les ha ido quitando sus casas y abrigos, y ya no tienen dónde posarse para entonar sus melodías. Y los que todavía viven ya no cantan como antes, porque están tristes. Pareciera que también a ellos se les está perdiendo la esperanza.

Claro, no vamos a culpar a la UNELLEZ de todos los males del Estado Cojedes. Sobre éstos, tendríamos que preguntar también a nuestros gobernantes, los del pasado y los del presente, entre los cuales tenemos un buen número de egresados.

Pero esta no es la mejor oportunidad ni el escenario apropiado para lamentarnos ni para hacer acusaciones. Este es el momento de transmitir un mensaje de esperanza. Lo que está planteado ahora es mirar al futuro y caminar hacia delante.

Ya es hora de empezar a trabajar en serio. Ya es hora de dejar las conspiraciones fraticidas que han abundado en el seno de nuestra Casa de Estudios, para ponernos a trabajar unidos y así colocar la UNELLEZ al servicio de nuestro Estado y del país.

Invito a todo el personal de la UNELLEZ en Cojedes, a sumarse a la construcción de la nueva Universidad que todos queremos. Ustedes, compañeros unellistas, tienen un valioso potencial, que no ha sido utilizado, para sacar la Universidad a flote. Solos no podemos lograrlo. Juntos seremos invencibles y podremos cumplir la misión encomendada a nuestra Casa de Estudios. Invito también a toda la comunidad cojedeña, y en primer lugar a nuestros gobernantes, a que nos acompañen en la ardua tarea que tenemos por delante.

Si trabajamos unidos, volverá a renacer la esperanza, como renace cada año el pasto, de las cenizas que dejaron los rastrojos quemados.

Si trabajamos unidos, cultivaremos más tierras y lo haremos mejor; tendremos pastos abundantes y de calidad; nuestras reses estarán más gordas, y los rebaños aumentarán.

Si lo hacemos así, los árboles volverán a florecer, nuestros pajaritos volverán a cantar con alegría, y las comunidades aplaudirán; por que entonces, la esperanza habrá dejado de ser esperanza y se habrá convertido en realidad".

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