El Doctorado Honoris Causa es la máxima distinción que la universidad otorga a personas de excepcionales meritos que han contribuido significativamente al progreso social, científico y cultural de la nación o la humanidad. Bajo este precepto, la UNELLEZ, la Universidad que Siembra, en el marco de su XXXII Aniversario, confirió el título e impuso la medalla de Doctor Honoris Causa a Pedro Pablo Linárez, destacado investigador portugueseño, cuyos aportes arqueológicos y paleontológicos han contribuido en hallazgos para la ciencia por más de 20 años.
El acto público y popular, celebrado el pasado jueves 11 de octubre en el Paraninfo, fue presidido por el rector de esta casa de estudios profesor Antonio Pérez, además de la profesora Amalia Matute, Secretaria General de la Universidad; Gerardo Molina, Vicerrector de San Carlos; Rosa Vargas, Vicerrectora de San Fernando de Apure y los jefes de programas Nahir Carballo, de Ingeniería y Edwin Vivas, de Ciencias del Agro y del Mar. Tan alta distinción académica contó con la presencia de la esposa del homenajeado Lic. Arikara de Linárez y demás familiares, jefes de subprogramas, personal docente, estudiantes, empleados y obreros, así como representantes de organismos y miembros del colectivo cojedeño. Una vez conformado el presidio, el rector Antonio Pérez dio apertura al acto para que seguidamente el Orfeón Universitario bajo la dirección del profesor Giovanni Bonucci interpretara las notas del Himno Nacional “Gloria al Bravo Pueblo” y luego, el Himno de la UNELLEZ.
El Vicerrector Gerardo Molina presentó al Antropólogo Pedro Pablo Linárez, exaltando en sus palabras una cita del poeta y dramaturgo alemán Bertolt Brecht “Hay hombres que lucha un día y son buenos. Hay otros que luchan un año y son mejores. Hay quienes luchas muchos años y son muy buenos. Pero hay los que luchan toda la vida: eso son los imprescindibles”. Continuó señalando que “desde nuestra infancia recordamos a Pedro Pablo Linárez con morral al hombro, camisa de caquis y boina roja, cargando ideas, proyectos, compromisos, solidaridad, amistad, camaradería, documentación revolucionaria y rebeldía, junto a las herramientas necesarias para la excavación arqueológica y la investigación histórica y etnográfica. Sin rehusar el combate abierto y frontal contra el poder instaurado. Allá en Chabasquén vio su primera luz, del vientre de Petra Linárez el 20 de junio de 1958. A penas meses antes se había ido el dictador Pérez Jiménez y nacía, una nueva forma de opresión y violencia denominada democracia representativa o pacto de Punto Fijo, destronado en diciembre de 1999 por la revolución bolivariana que lidera el Comandante Hugo Chávez Frías. Entre otras palabras, destacó que Pedro Pablo Linárez “es una imagen simbólica del hijo del pueblo que asume el compromiso de transgredir las miserias de la formación formal académica para convertirla en política. No es un conocimiento de vanidad. No. Su sentir es crear elementos que permitan conocer, comprender, pero sobre todo cambiar las formas como se ha oprimido las grandes mayorías. Aunque académico, con más de cincuenta títulos en su haber, no es esto lo que más le preocupa, sino el cómo hacer que se genere un cambio de forma tal que pueda ser sometido a la crítica cuanto saber amañado y domesticado, se ha impuesto a través de los entes formales de enseñanza. Ese reto que nosotros, como universidad, estamos en la necesidad de generar en los actuales momentos de revolución. Porque sin un cambio profundo en la cultura y en la educación, no existe una verdadera revolución.”
Seguidamente, la profesora Amalia Matute Yánez, Secretaria General de la UNELLEZ, leyó la Resolución del Consejo Directivo número 2007/445, de fecha 23/07/2007, Punto 32, Acta número 712, en la cual se destacan los méritos del homenajeado que lo hacen acreedor de la alta distinción académica. Una vez culminada la lectura, se procedió a la entrega del título y a la imposición de la medalla de Doctor Honoris Causa por parte del rector Antonio Pérez. Los profesores Rosa Vargas, Vice Rectora de San Fernando de Apure y Edwin Vivas, jefe del programa Ciencias del Agro y del Mar, fueron los encargados de acompañar al homenajeado al presidium para recibir la distinción. Mientras esto sucedía, se llevaba a cabo la semblanza del Doctor Pedro Pablo Linárez. Las demás autoridades lo escoltaron en tan significativo momento.
Con el título otorgado por esta prestigiosa casa de estudios, el Doctor Pedro Pablo Linárez procedió a ofrecer su discurso ante un auditorio deseoso de conocer el verbo crítico y sin poses protocolares que le caracteriza. Su entrada fue directa al declararse Comunista. Manifestó la alegría y tristeza que le embargaba en la fecha por acontecimientos que marcaron los años 60, entre ellos la masacre de estudiantes, la muerte de Pío Tamayo y el asesinato de Ernesto Ché Guevara. Consideró que el modelo unellista fue concebido lejos de los ideales que impulsaron su origen y gritó consignas como “Viva el pueblo venezolano”, seguidas al unísono por los presentes. A fin de compartir el discurso del Doctor Linárez, presentaremos extractos del mismo:
“Debemos comenzar diciendo que la ciencia es antes que nada una tradición de producción de conocimientos, pero no es única ni obligatoria como tal, y de ello, no escapan las llamadas ciencias sociales. También es cierto que en esta tradición nuestros científicos se enclaustran en su laboratorios y cubículos y pero aún se aíslan del universo social que les rodean a tal punto que se consideran y actúan ajenos de los sujetos sociales, esos mismos sujetos a los que han recurrido para obtener y pero aún saquear sus saberes para después convertirlos en tesis de grado o en trabajo de ascenso académico que sólo redundan en su beneficio personal.
¿Al servicio de quien ha estado la ciencia en general y las ciencias sociales en particular? ¿En qué han contribuido las ciencias sociales en nuestro deber como pueblo? ¿Han logrado interpretar nuestros científicos sociales el drama actual de nuestro accionar social? La respuesta a esta interrogante es una y múltiple, pero mejor dejémonos llevar por un breve recorrido por la práctica de nuestros científicos sociales. Los arqueólogos recorriendo siempre a teorías ajenas, han hecho una caricatura del mundo indígena antiguo a tal punto que su mayor preocupación actual ha sido justificar la perpetuidad de la sociedad de clases, aún cuando a primera vista su trabajo resultan atractivos y progresistas tal como lo hacen Mario Sanoja e Iraida Vargas como fieles exponentes del Smithsonian Institution de los Estados Unidos. Los historiados más que arrojar luces sobre nuestro devenir, se han dedicado a justificar el orden colonial de ayer por cuya vía justifican indirectamente el orden imperial norteamericano actual. Hoy vemos connotados historiadores como Guillermo Morón pidiendo el exterminio de los pueblos indígenas, mientras que otros actúan como vulgares mercenarios para justificar el latifundio de los terratenientes. Economistas como Domingo Alberto Rangel le han declarado, junto al Arzobispo Baltazar Porras, la guerra a los pueblos Caribes y sus descendientes calificándolos de nazis criollos. En varias oportunidades hemos dicho que si aceptamos como bueno lo que nos impusieron ayer corremos el riesgo mañana de aceptar lo que nos imponen hoy. Los sociólogos empeñados en descifrar las claves de la sociedad actual han terminado por cubrir con elegantes posturas académicas los costos sociales del capitalismo salvaje. Incluso los llamados folklorólogos, quienes que, por más inofensivos que parezcan han apuntalado a la tesis según la cual nuestros saberes populares son anónimos y con ello justifican a los saqueadores y ladrones del patrimonio popular colectivo, cuya lista de exponentes de este latrocinio la encabezan Rómulo Gallegos, Alberto Arvelo Torrealba y Simón Díaz….
………existen excepciones y casos muy particulares de hombres y mujeres nuestros que no se han enclaustrado y se han acuartelado en las filas del ejército que durante medio milenio y más luchan por inmundo mejor, por lo que se han o nos hemos ido con el pueblo de donde venimos a correr los riesgos que ello implica, porque como dice el maestro Paulo Freire “un revolucionario se conoce más por la creencia en el pueblo que lo compromete, que mil acciones llevadas a cabo sin él”…esta prédica de Freire no es nueva, pues ya que n 1931 este otro gran maestro José Pío Tamayo, sentenciaba que nuestro mal ha consistido en no tomar en cuenta al pueblo como el principal motor social, con cuya tesis se adelantó incluso Antonio Gramsi.
Podemos ir más atrás, incluso, para encontrarnos con nuestro propio libertador quien sentenció en 1826 que tenía “pruebas irrefutables del tino del pueblo en las grandes resoluciones, y por eso es que siempre he preferido sus opiniones a las de los sabios”. Ir con el pueblo, ser soldado de este pueblo jamás vencido, exige antes que nada una práctica consecuente más que mil teorías ajenas a nuestro destino. Con razón, Alí Primera exclamaba “hoy nos dice la historia que sin acción no se avanza”. …..en esta búsqueda de no alejarnos del pueblo que somos, nos hemos dedicado a conocer de sus mejores luchas, sobre todo la de los años 60 del siglo XX cuando se enarbolaron las banderas de la liberación nacional y el socialismo. Investigaciones éstas que hemos abordado desde la perspectiva de la Sociología de la Memoria, en el entendido que la construcción de la memoria colectiva no está influenciada solo por el pasado, sino por la situación actual en tanto que se invoca al pasado para satisfacer las agendas políticas del presente, al decir de Maurice Halbwachs. Preferimos insistir en la memoria, porque la historia, al decir de Eduardo Galeano, es la vitrina donde las clases dominantes exhiben sus viejos disfraces…..Esta construcción de la memoria ha permitido no sólo comprender la lucha armada de los años 60-70, sino que nos ha colocado sobre las pistas de las fosas comunes y los lugares de esa memoria donde fueron asesinados nuestros mejores guerreros, vencidos provisionales de un injusto destino, al decir de Marx Bloch. Así surge entre nosotros la Arqueología Forense como disciplina científica transdisciplinaria donde se conjugan los saberes populares y las técnicas académicas para la ubicación, exhumación y entrega a los familiares de los restos óseos de sus seres queridos tenidos por desaparecidos. ……una arqueología que además denuncia que los represores de ayer que asesinaron a nuestros revolucionarios son los golpistas fascistas de hoy, los cuales han sido entrenados y financiados por el mismo imperio yankee. La arqueología forense es entonces un poderoso instrumento devorador del silencio impuesto por los enemigos del pueblo. Es una ciencia comprometida, pues como lo señaló alguna vez Carlos Marx “la última palabra de la ciencia social será siempre: luchar o morir, la lucha sangrienta o la nada. Así he planteado inexorablemente el dilema”.
Luego de aplausos ininterrumpidos, el rector Pérez se dirigió al auditorio para exaltar el reconocimiento que la UNELLEZ hacía a este venezolano ejemplar. Recordando que el Doctorado Honoris Causa se entrega por tercera vez en este Vice Rectorado, siendo meritorios en anteriores actos el investigador Samuel Strebin y el cantautor Simón Díaz. Manifestó que “Hoy, nuevamente, el Vice Rectorado de San Carlos, otorga esta importante distinción académica. En esta oportunidad, considera relevante otorgarla a un hombre de la tierra portugueseña. Un hombre comprometido con su país, cuya obra ha trascendido el suelo patrio para testimoniar el legado cultural de nuestros pueblos originarios”. La máxima autoridad unellista hizo un recorrido por la vida y obra el Doctor Linárez, enfatizando su extensa formación académica, experiencia docente, así como las innumerables investigaciones en el campo de la arqueología y la antropología; trabajo que le ha llevado a realizar exploraciones y excavaciones en los estados Amazonas, Barinas, Bolívar, Carabobo, Cojedes, Portuguesa, Trujillo, Mérida, Lara, Falcón, Yaracuy y Zulia, sin dejar de resaltar la convivencia con los pueblos originarios y afrodescendientes y las publicaciones en revistas de diferentes universidades e instituciones. Al concluir las palabras, el Orfeón Universitario interpretó el Himno “Gaudeamus Igitur” y posteriormente obsequió una pieza al homenajeado para deleite de los presentes. De esta manera, la UNELLEZ San Carlos confería la alta distinción académica.
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