Esta labor de Extensión es organizada por la Coordinación de Servicios Bibliotecarios de la UNELLEZ San Carlos, con aportes de la librería COSMOLIBRO.
El concurso se gesta en la necesidad de acercar a los miembros de la comunidad lectora que hacen vida en nuestra universidad e involucrarlos en el proceso de la producción escrita, partiendo de la lectura en un determinado texto literario (cuento, poema, novela entre otros) y con ello, estimular su encuentro con el complejo fenómeno literario de la intertextualidad.
En esta, su primera edición, hemos querido homenajear al fundador de la biblioteca de la UNELLEZ – San Carlos, Ramón Villegas Izquiel, y para ello se ha seleccionado un texto “LA BURRA VOLADORA”, el cual destaca elementos propios de la literatura de lo fantástico contextualizados en el hábitat llanero.
Bases:
1.- Podrán participar todos los estudiantes, profesores, empleados y obreros de las diferentes sedes de este vicerrectorado, en sus distintos niveles y modalidades.
2.- Se consignará una re-escritura libre del cuento antes señalado con todas las modificaciones que considere necesarias, inclusive el título. La extensión comprende un mínimo de tres páginas y un máximo de cinco páginas, impresas en letra times new romant, tamaño 12, con un espacio de 1,5.
3.- La recreación se presentará identificada con seudónimo, en un original y con tres copias dentro de un sobre cerrado. El autor anexara síntesis curricular, datos personales, direcciones y números telefónicos, antes del 1 de octubre de 2009, en : “Concurso de Re-escritura Libre” Biblioteca UNELLEZ, Km. Carretera vía Manrique, San Carlos Cojedes. Telf. 0258 4331411. El veredicto inapelable del jurado calificador se emitirá el 23 de octubre de 2009.
4.- El ganador recibirá como recompensa un mil quinientos (1.500) bolívares en libros y revistas que elegirá en la librería COSMOLIBRO, además del certificado correspondiente. El jurado puede otorgar menciones honoríficas. La premiación se efectuará el 29 de octubre de 2009.
La participación implica la aceptación de las presentes bases.
Para mayor información contactar: josesegor@hotmail.com;
marjoriedelc@hotmail.com; y en
isaiasmed@hotmail.com.
Obra "La Burra Voladora"
"Voi a comenzar, carísimo lector, por hacerte una íntima confesión: Soi bastante aficionado a las bellas letras, tan así es, que por allí andan unos libros míos, en versos í en prosa, además de otros escritores menores, que no han sido tan mal recibidos, según me parece. Aunque si algunos les niegan méritos, ello más bien me estimularía, pues como no se puede negar lo que no existe, la propia negación supone, entonces, aunque sea, la sospecha de quienes los tengan.
Mas, prosiguiendo mis sinceramiento, agrégote que esa afición me la entraba una seria limitante, cual es la que mi imaginación no es tan fértil como yo quisiera. Es más bien escasa. Por ello i para satisfacer esa vocación que tan chucuta me otorgó el Cielo, suelo recurrir a los relatos tradicionales que andan por allí realengos i los adobo un poco para ponerlos a circular en letras de imprentas.
Confiésote, también, que me palia un poco el remordimiento por aprovecharse del ingenio popular para dármelas de escritor, la mui personal convección de que algo bueno estoi haciendo con esto, ya que al fijar esas narraciones i sucesos en el papel, se conserva para la posterioridad lo que los creadores anónimos han aportado al folklore nacional.
Ahora bien, para esta labor de escribano popular considero que una cantera mui rica son los velorios, sean estos de santos o de difuntos. Aunque algunos avispados cuentistas prefieren los últimos, debido a que cuando a medianoche se realea el grupo de participantes i quedan algunas mujeres solas comienzan a referir espeluznantes relatos de apariciones que sitúan precisamente en parejas del camino que ellas tendrán que desandar. Buscan así, los mui pillos, que alguna crédula asustadiza les pida su compañía para el regreso i tratar así de procurarse un apetitoso desayuno antes del amanecer.
El relato, que después de este largo exordio te quiero ofrecer lo recogí en Arismendi, estado Barinas, cuando yo era maestro de escuela, por allá i atribuido a un empedernido embustero de la región
Según aquel afamado de la conversador, era el un hombre feliz, pues estaba mui conforme con lo que Dios le había reparado. Una buena mujer para lo que se tienen las mujeres; un conuco para obtener lo indispensable; una carabina para procurarse carne de caza i una paciente burra para montura o carga, según la circunstancia.
Refería nuestro hombre que una hermosa mañana tomó la escopeta, se tercio una “marusa” con municiones de boca i de casería cabalgó en una burra i dirigiose a un estero cercano con intenciones de cazar algunos patos, mui abundantes en su comarca.
Luego de un rato de camino llegó al sitio por donde el sabía i para su gratísima sorpresa aquello estaba lleno, a más no caber, de patos de diversas variedades: desde un hermoso pato real hasta el pequeño, pero sustancioso “guirirí”. Puesto en tierra, se dedico a observar, sigilosamente, aquellas concentración de blancos para su arma, empero, a la vez le preocupaba la evidencia de que con un solo disparo podía cobrar mas de tres o cuatro de aquellas piezas, pero la grandísimo mayoría se perderían en rápido vuelo. Cavilando estuvo un rato mientras le vino una idea mui propia de la habilidad de margin: Cargó la escopeta con los perdigones adecuados i con la rodilla doblo el cañón en forma de garabato. Hecho esto se cuadro adecuadamente de suerte que al disparar la ráfaga barriera circularmente con el universo volátil que tenia enfrente. Disparó, pues, i se arrojó rápidamente al suelo abajo para esquivar el abanico de proyectiles que venia circulando i cuyo zumbido sintió pasar a sus espaldas.
Cuando se incorporo i vio la escena ¡Oh maravilla! Se había cumplido, exactamente su previsión. Aquel aguazal estaba tapizado, prácticamente, por más de un centenar de aves heridas i confusas, pues las municiones, en su violento curso, fueron tocándolas sin penetrar en ninguna, por lo cual no las mataron, sino que dejaron heridas unas i atolondradas otras.
Por esta circunstancia tuvo que afanarse para mantearlas con cabuyas de un rollo que, afortunadamente, siempre cargaba a mano. Concluida esta acelerada tarea, se las ingenio para atarlas la enjalma, de modo que no se maltrataran tanto, pues aspiraba enjaular a las más sanas a fin de irlas beneficiando, poco a poco. Luego, arreó la jumenta i emprendió el regreso silbando una tonadilla campesina, rebosante de satisfacción i adelantando el pensamiento la agradable sorpresa que se llevaría su mujer. Habría desandado un corto trecho cuando lo asaltó la urgencia de hacer una “necesaria”, como llaman en los campos lo que realizan en cuclillas i a pleno suelo, detuvo, pues, el animal i se internó en un bosquecillo cercano. Cumplido el acto natural, regresó al camino para proseguir el retorno. Pero se sorprendió por no encontrar a la burra en el sitio donde la había dejado. Miró a lo lejos, pues se encontraba en una sabaneta, a ver si aquella había continuado el regreso por su cuenta, mas no la divisó, Recorrió con la vista todo su derredor, pero nada, ni rastros.
Encontrábase francamente desconcentrado, cuando de repente oyó sobre su cabeza un atronador batir de alas. Miró hacia arriba ¡Bendito sea Dios! Las aves se habían recuperado i comenzaron a volar llevándose la burra en peso. Asustado porque iba a perder tan útil compañera, sólo se le ocurrió una solución desesperada; reventar de un tiro la cincha sin herir el animal.
Enderezó, de nuevo, contra una palma el cañón de la carabina, la cargo con un solo plomo grueso, se colocó debajo i con la mas fina puntería, de que Dios doto su pulso, disparó fijamente a la correa sujetadora i ¡Prum! ¡Cayó la burra, sana i salva!
Contento por haber recuperado la bestia i orgulloso de su inimitable puntería, quedose contemplando, sin embargo, con resignada pena, cómo en las alas de sus codiciadas presas, la enjalma se alejaba hasta perderse en la lejanía.
Embustero el tercio ¿verdad, lector? "
Autor: Ramón Villegas Izquiel. Nació en El Baúl, el 28 de diciembre de 1920 y fallece el 12 de abril de 1995. Ver Medina López, I. 1998. Antología de la Narrativa Cojedeña (pp. 47-50
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